Hanna Gándara

Nutrición para jóvenes inquietos

La nutrición, una pieza en el tratamiento de la ansiedad

Hoy en día, los medios de comunicación parecen sugerir que – todos vivimos ansiosos -, o al menos una gran parte de la población experimenta síntomas relacionados con trastornos de ansiedad. No muy lejos de la realidad, podríamos hablar de una crisis del siglo XXI en salud mental, en la que la ansiedad juega un papel muy importante.

Es por esto que la investigación está cada día más enfocada en entender cómo diferentes aspectos de nuestra vida podrían tener una influencia positiva o negativa en el desarrollo de esta patología, y la nutrición no queda fuera de esta ecuación.

Para ayudarnos de la nutrición debemos integrar los diferentes componentes de la dieta: carbohidratos, proteínas, grasas, vitaminas y minerales, como si estuviéramos armando un rompecabezas, comprendiendo cómo cada una de estas piezas encaja para interactuar con nuestro cuerpo y mente.

Algunos estudios nos ayudan a comprender cómo diferentes factores de la dieta podrían promover o prevenir el desarrollo y evolución de la ansiedad. Aunque – no son concluyentes y falta más investigación al respecto -, se comienzan a dilucidar algunas relaciones entre la dieta y la ansiedad.

Te suena algo de esto ¿Verdad?

Pero no escapemos de entrar en detalle, debemos contextualizar un poco más y entender la función de esas diferentes piezas del rompecabezas de las que hablábamos antes. Ya que unas encajarán mucho mejor que otras y podrán beneficiar a funciones importantes de nuestro sistema nervioso relacionadas con la ansiedad.

La serotonina y el triptófano

En nuestro cerebro existen unas moléculas muy importantes llamadas neurotransmisores, que viajan llevando información de unas células nerviosas a otras, las neuronas. Imagina las neuronas como una red de teléfonos móviles y los neurotransmisores serían esos mensajes que se transmiten de unos a otros. Mensajes relacionados a tu estado de ánimo, tus pensamientos, tus emociones y tus acciones. Y el neurotransmisor más implicado en el caso de la ansiedad es la serotonina, o popularmente conocida “hormona de la felicidad”.

Sin embargo, la deficiencia de triptófano es poco frecuente en una dieta habitual debido a que como ves en el cuadro verde, se encuentra en gran variedad de alimentos.

Las enzimas, el zinc y el selenio

Así también, para que las enzimas, esas moléculas encargadas de producir a la serotonina funcionen de forma adecuada, debemos asegurarnos de consumir dos minerales: el zinc y el selenio. Estos funcionan como activadores de las enzimas, son las llamadas coenzimas.

Una enzima es como una maquina en una industria, que para poder generar un producto (como hormonas o neurotransmisores) necesitará de las piezas adecuadas, las coenzimas. Así la coenzima ayuda a la enzima a realizar su trabajo correctamente, asegurando que se dé la producción de diferentes elementos de nuestro metabolismo.

Estos dos minerales también se han relacionado con la plasticidad neuronal, un proceso crucial en nuestro sistema nervioso que le permite generar nuevas conexiones entre neuronas, como si se tratara de nuevas calles en una ciudad. Estas nuevas conexiones facilitan el acceso a diferentes partes del «mapa cerebral», lo que hace más fácil acceder a la información necesaria para adaptarnos a diversas circunstancias tanto internas como externas de nuestro cuerpo. Se ha observado que, en patologías como la ansiedad, este proceso de plasticidad neuronal se ve disminuido.

Sustancias antioxidantes y antiinflamatorias

Por otra parte, el estrés está estrechamente relacionado con el desarrollo de patologías como la ansiedad, pero ¿por qué? Esto se debe a los mecanismos que se activan para colocarnos en estado de alerta ante una amenaza o situación estresante, incluso aquellas que aún no han ocurrido, como sucede en la ansiedad. Estos mecanismos forman parte del sistema nervioso simpático, que activa nuestras defensas como respuesta a una posible amenaza.
Estos involucran al sistema inmune, que libera moléculas proinflamatorias. El exceso de estas genera daños en nuestros tejidos. Para hacer frente a este estado inflamatorio, podemos proporcionar a nuestro cuerpo sustancias con poder antioxidante y antiinflamatorio a través de nuestra dieta.

Los prebióticos, probióticos y el eje intestino cerebro

Otros alimentos que también parecen tener un efecto beneficioso son aquellos que contribuyen al equilibrio de la microbiota intestinal, los microorganismos que habitan en nuestro sistema digestivo. Esos microorganismos son lo que llamamos probióticos y su alimento serían los prebióticos.

Los prebióticos, presentes en la fibra de frutas y vegetales, y los probióticos, los propios microorganismos presentes en productos como el yogurt no pasteurizado, el kéfir y otros productos fermentados, son ejemplos de alimentos que pueden ayudar a mantener este equilibrio. La relación entre el sistema digestivo y el sistema nervioso se establece a través del eje intestino-cerebro, ya que ambos sistemas están conectados por vías nerviosas que pueden ser influenciadas por las sustancias producidas por estos microorganismos, las cuales modulan la síntesis de neurotransmisores.

Pero cuidado con la suplementación

La suplementación debe ser considerada con precaución, ya que puede causar efectos secundarios graves. Por ejemplo, la combinación de triptófano con antidepresivos puede resultar en el síndrome serotoninérgico, por exceso de serotonina, potencialmente mortal.

Para armar el rompecabezas, es recomendable buscar la orientación de un dietista nutricionista titulado. Ellos pueden ayudarte a adaptar estas recomendaciones de manera más sencilla e incluir todos los nutrientes necesarios en tu dieta. Además, pueden identificar en qué casos la suplementación es necesaria. Y la no nutrición no reemplaza el tratamiento psicológico, que es la verdadera pieza central del tratamiento de la ansiedad.

Artículo de investigación del que parte este artículo:

Aucoin M, LaChance L, Naidoo U, Remy D, Shekdar T, Sayar N, et al. Diet and anxiety: A scoping review. Nutrients [Internet]. 2021;13(12):4418. Disponible en: http://dx.doi.org/10.3390/nu13124418

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